Las ideas del filósofo Boris Groys (Berlín, 1947) sobre el sentido y la función de la imagen en libros como Volverse público, Arte en flujo o Devenir obra de arte convierten al concepto general de “régimen escópico” en el núcleo profundo a partir del cual repensar nuestra relación con la política, la cultura, la técnica y el arte en el siglo XXI. Según Groys, las pantallas a través de las cuales llevamos adelante nuestras vidas nos obligan a “autodiseñarnos”. Pero ese “autodiseño” no puede estar libre de fricciones entre las corporaciones que dan forma al mundo tecnológico y entre quienes convalidan nuestra imagen (a cambio de nuestra mutua convalidación) mediante la transformación del narcisismo en una gran mercancía global.

Groys insiste en que una economía libidinal secularizada y centrada en la imagen no puede estar limitada a la pura satisfacción inmediata. Por eso, más allá de las evidentes lecturas acerca de la superficialidad de un régimen psicopolítico sostenido en la producción de “signos débiles”, Groys entiende que el flujo incesante de imágenes que compartimos en las redes (donde hay más gente interesada en producir imágenes que en mirarlas) se acerca a una búsqueda de trascendencia antes que a la simple frivolidad. “Boris Groys en discusión” abre cuatro ejes de debate para conocer, analizar y poner a prueba algunas de estas ideas, en contraste con las de una serie de autores con preocupaciones similares. El objetivo es acercar a quienes tal vez no conozcan las obras y las ideas de estos autores algunas nociones elementales de la filosofía de Groys en un lenguaje simple y didáctico.

Encuentro 1. Discusión con Sigmund Freud y Jacques Lacan a propósito del narcisismo, sus orígenes y su digitalización. De la mitología griega a las vanguardias artísticas del siglo XX. El excedente en la producción de imágenes y la ansiedad paranoide como afecto predominante de la época. La búsqueda de trascendencia en las redes según Groys y la violencia imaginaria del narcisismo digital. El mundo del diseño como mundo de sospecha absoluta y el autodiseño como ethos de la sinceridad. De la constitución del Yo al conocimiento paranoide como fundamento del narcisismo. El sujeto contemporáneo como el dueño de passwords: una relectura del estadío del espejo de Jacques Lacan después de internet. Las reivindicaciones identitarias como síntoma social ante la frustración y el desencuentro entre la imagen y el ideal.

Encuentro 2. Discusión con Peter Sloterdijk a propósito de la imagen, la política y la representación democrática en el lento tránsito hacia el siglo XXI. ¿Y si lo que Boris Gorys llama “autodiseño” pudiera llamarse también “autoengaño”? ¿Acaso el posicionamiento forzoso de cada uno ante el juicio siempre favorable de los demás no es una claudicación en el terreno de las luchas por el real reconocimiento? ¿Pero a qué llamamos hoy real y de qué manera esta discusión orbita en las formas democráticas modernas? Dirá Peter Sloterdijk que también las masas sueñan con un héroe más grande que ellas, aun a riesgo de caer en algo que, por su parte, entre corazoncitos, “Me gusta” y “matcheos”, Silicon Valley nos ofrece a cada instante: la idolatría de la falta de formación y la barbarie. Entre las búsquedas de sentido en Google y la forja de identidades en las redes sociales, la pregunta central es: ¿en qué lugar nos ubica hoy esta particular situación psicopolítica?

Encuentro 3. Discusión con Slavoj Žižek y Mark Fisher a propósito del deseo, el diseño y la ideología. El diseño como fundamento de la fantasía ideológica: un diálogo con las ideas de Slavoj Zizek. La vanguardia como movimiento que prefigura las redes sociales: ¿cinismo o extravío? Foros, imagebords y guerra cultural: las trincheras digitales de la ideología. La relación entre el diseño y la política en términos programáticos: el antibranding poscapitalista según Mark Fisher. El autodiseño y el gran Otro. La administración del goce, el marketing y el diseño de la carencia: algunos apuntes desde las ideas de Yannis Stavrakakis.

Encuentro 4. Discusión con Byung-Chul Han a propósito del origen, la forma y el sentido del arte. Según el análisis de Han, en un tiempo acelerado hasta la pura instantaneidad e incapaz de arraigar una experiencia, el arte se reduce a entretenimiento pasatista diseñado por algoritmos o “inteligencias artificiales” e insumos decorativos impotentes para señalarnos algo más allá de nuestra propia concepción instrumental del mundo y de nosotros mismos. Esta mirada se nutre de lo que Martin Heidegger meditó alrededor de la obra de arte como una instancia de "apertura" que surge de lo "óntico" para llegar a lo "ontológico", y es también el punto de oposición clave frente a la idea de Groys acerca de un arte evanescente en un universo tecnológico en el que ficción y no-ficción se entremezclan.