En 1936, Abe Sada cometió el crimen más resonante del siglo en Japón: estranguló a su amante Kichizo Ishida, luego le cortó los genitales con un cuchillo de cocina y talló su nombre en un brazo de él. Envolvió cuidadosamente los genitales de Ishida con la portada de una revista, se lavó las manos y salió de la posada llevando el “recuerdo” de su amante. Al día siguiente, el crimen fue descubierto y con una mujer sexual y criminalmente peligrosa en libertad, la nación entera pareció entrar en pánico. Mientras los periódicos imprimían ediciones adicionales, ella pudo evadir a la policía durante días pero finalmente fue atrapada en una posada en Shinagawa, donde había planeado suicidarse. En una foto ampliamente difundida que se tomó poco después de su arresto, su kimono está ligeramente desordenado y tiene una sonrisa extraña en la cara. Los policías también sonríen, y todos parecen muy satisfechos consigo mismos.

Fue condenada a seis años de cárcel y el caso inspiró la película El imperio de los sentidos del director Nagisa Oshima (1976). El libro de William Johnston Geisha, Harlot, Strangler, Star (Columbia University Press, 2008) relata la vida de Abe Sada como geisha y prostituta, las circunstancias y las fuerzas que la llevaron a cometer el crimen, los interrogatorios policiales tras su arresto y un relato del juez. Su historia entró en el imaginario popular de Japón y su presencia sigue actualmente como un caso de hýbris que despliega una forma de erotismo femenino (J. Lacan, 16/03/1976) que nos interroga. Las preguntas que sigue generando serán desplegadas a lo largo de las tres sesiones del curso.