“La vida es aquello que se supera siempre a sí mismo …”.

Así habló Zaratustra. “De la superación de sí mismo”

 

La obra de Nietzsche, muerto en 1900, expresó con potente agudeza el clima civilizatorio de nuestro tiempo. En el grito de la Muerte de Dios –como una señal de que el ser humano vive lo sagrado en falso–, en el anuncio del nihilismo, en su amor hacia la nobleza humana y su rechazo violento de la hipocresía, Nietzsche supo indicar la vía positiva de la afirmación de la existencia aun en sus aspectos más oscuros y pudo trazar el camino de la Superación de Sí mismo –Überwindung– como una vía de liberación de la moral del rebaño y el Espíritu de la Pesadez.

En ocasión de la publicación del libro de Anthony Ludovici Nietzsche: su vida y sus obras (1907) resulta interesante una lectura directa de los textos de Nietzsche, no mediatizada por sus intérpretes postmodernos.

El curso transita algunos núcleos centrales de la riquísima obra de Friedrich Nietzsche para afirmar con firmeza: “El que no se oye a sí mismo, sólo puede obedecer.” Así habló Zaratustra, “De la superación de sí mismo”.

Primera Reunión: La destrucción como parte del devenir.

La percepción juvenil de las potencias de lo dionisíaco y lo apolíneo como el juego y la danza de las fuerzas vitales. La estética de la existencia –El nacimiento de la tragedia–: la vida sólo se fundamenta como experiencia. El gusto por lo tremendo: el pesimismo de la fortaleza propio del espíritu dionisíaco.

La recepción de la obra de Nietzsche. La importancia del testimonio de Anthony M. Ludovici. El primer momento de la difusión germánica. Problemas planteados por la utilización del nacionalsocialismo –el Archivo Nietzsche–. Singularidad de la interpretación de Martin Heidegger. La actitud heroica de Jünger. “Derivas” y extravíos de la recepción francesa y sus continuaciones postmodernas (de Bataille y Blanchot a Foucault, Deleuze y Derrida). Una observación en torno de Jung: la proximidad entre Así habló Zaratustra y el comienzo de El Libro Rojo.

Segunda Reunión: Un libro para todos y para ninguno. La recuperación del cuerpo.

El Prólogo de Zaratustra. La exhortación a la Superación de Sí Mismo. La Voluntad de Ocaso y el sentido auténtico del Superhombre. De cómo los últimos hombres –una pintura del ser humano urbanizado y mecánico– prefiere el confort de su felicidad. De las tres transformaciones del espíritu.

Principio de las enseñanzas de Zaratustra: contra los despreciadores del cuerpo y los transmundanos. El Superhombre es el sentido de esta Tierra.

“Sólo puedo creer en un dios que baile.” La inocencia del devenir y la asunción del propio destino (amor fati).

Tercera Reunión: sobre el sentido de la vida como Voluntad de Poder – Wille zur Macht.

El vitalismo instintivo y el desafío de la existencia. El diálogo de Zaratustra con la Vida (que se manifiesta como una mujer, en la Superación de sí mismo). Las malas interpretaciones de la Voluntad de Poder –en tanto olvidan su raigambre cósmica y sagrada y la entienden de forma antropomórfica. El significado de la Redención, la liberación del Espíritu de Resentimiento. El ser humano libre y activo / el resentido y reactivo. Del eterno Retorno y la liberación de El espíritu de la pesadez. (pasajes de Así habló Zaratustra). Caricaturas de la política y la posibilidad de una política con mayúscula (pasajes de Más allá del bien y del mal).

Cuarta Reunión: el advenimiento del nihilismo europeo. La dimensión exultante de la vida en épocas del Desierto (“el placer quiere profunda Eternidad.” Así habló Zaratustra, “La otra canción del baile”).

Sentido polifacético de la palabra nihilismo. Nihilismo activo y pasivo (“a lo que cae hay que ayudarlo a caer, empujándolo”). Significado preciso de la expresión no hay hechos, sólo interpretaciones (pasajes de Fragmentos póstumos), diferenciado de un relativismo subjetivista (una mención de la crítica nietzscheana a la concepción de la verdad).

El sentido heroico de la existencia y la vivencia del Instante Eterno. El aliento de la grandeza en medio del camino de la vida. El canto a la vida infinita: el placer quiere profunda eternidad (pasajes de Así habló Zaratustra).