A partir de “La crisis de la narración”, un breve ensayo publicado en 2023 por el filósofo surcoreano Byung-Chul Han (Seúl, 1959), podemos trazar un recorrido por los elementos sociales, técnicos, temporales y políticos que ayer construyeron y hoy desmoronan los sentidos que dan forma e identidad a una comunidad. Sin embargo, las ideas de Han acerca de la crisis de los relatos en el siglo XXI adquieren un tenor verdaderamente crítico al develar su diálogo intelectual con uno de los pensadores que le sirven de fundamento: Martin Heidegger, el gran filósofo del siglo XX.

Si para Han el “storytelling” es el “reemplazo humanizante” de la narración, ¿sabemos lo que realmente significa “humano” para Heidegger? Y, por otro lado, si la digitalización de los relatos nos somete a la tecnología, ¿podemos pensar las consecuencias de lo que esto implica para una existencia “cibernética”, tal como advirtió Heidegger a mediados del siglo XX? Además, ¿qué tipo de “tiempo” requiere una narración capaz de abrirnos a una existencia auténtica? ¿Y por qué estos elementos son primordiales para darle una consistencia política provechosa a esa existencia?

“Relatos en crisis” propone un recorrido por algunas de las ideas de Byung-Chul Han y Martin Heidegger alrededor del origen, el sentido y el destino de la necesidad de darle una narración al mundo. El objetivo es acercar a quienes tal vez no conocen ni dominan las obras de estos autores algunas nociones elementales de sus filosofías en un lenguaje simple y didáctico.

Reunión I. ¿Por qué los relatos generan comunidad?

“Las narrativas capaces de transformar el mundo y de descubrir en él nuevas dimensiones nunca las crea a voluntad una sola persona”, escribe Han en La crisis de la narración. Pero toda transformación del mundo requiere su previa interpretación, advertía Heidegger a propósito de la conocida frase de Karl Marx en sus Tesis sobre Feuerbach, donde convoca a los filósofos a dejar de interpretar el mundo para transformarlo. Sin embargo, lo que el neoliberalismo nos propone no son mecanismos transformadores de la realidad, sino procesos para su mercantilización. De eso se trata el “storytelling”, cuya narrativa se desentiende de cualquier reflexión y se fusiona con la emotividad de las vivencias humanizadoras. Pero, ¿estamos seguros de qué es aquello a lo que llamamos “humano”? ¿Podrían las ideas de Heidegger ayudarnos a comprender mejor esta figura?

Reunión II. ¿Qué significa digitalizar los relatos?

“La digitalización, al ser una informatización, hace que la realidad se vuelva inconsistente”, escribe Han. Esta destitución de la consistencia de la realidad en favor de la inconsistencia de la virtualidad tiene su origen en la tecnificación de la existencia. Sin embargo, será Heidegger quien mejor explique que tal “tecnificación” no se limita nada más que al uso intensivo de determinados dispositivos (antes analógicos y hoy digitales), sino que se remonta a los fundamentos de la metafísica misma y hoy tiene su realización más acabada en la cibernética.

Reunión III. ¿Para qué necesitan tiempo los relatos?

“Nos ponemos a merced de un intercambio acelerado de informaciones que ya no se somete a nuestro control consciente”, escribe Han. Esta aceleración marcha en sintonía con una reestructuración radical de nuestra percepción del pasado, el presente y el futuro, cuyo objetivo “psicopolítico” es impedir un margen mínimo de escucha y atención disponible para toda narrativa. En este punto, la “atrofia temporal”, tal como fue pensada por Heidegger en tanto que obstáculo para colocar en marcha el proyecto ontológico del “Dasein”, adquiere una presencia cotidiana como fundamento anti-narrativo de las redes sociales.

Reunión IV. ¿Por qué los relatos son fundamentales para la política?

“El nuevo bárbaro celebra la pobreza en experiencia como una emancipación”, escribe Han. Al confundir la emancipación personal con la pérdida de las libertades colectivas, la lógica mercantil globalizada se realiza a tal punto que se percibe como una liberación. A esta construcción de una “imagen de mundo” tecnificada en pos de nuestro desarraigo de toda existencia propia, Heidegger la llamó “era mundial”. Y en tanto que “era mundial”, también reduce todo horizonte político al dominio de la “maquinación”.