La crítica de Byung-Chul Han (Seúl, 1959) a la digitalización de nuestra existencia política, económica, sexual y cultural encuentra en su éxito internacional lo que podría pensarse como el discreto eco de las inquietudes y las angustias de quienes, a pesar del mensaje constante de comunicación positiva y productividad difundido por Silicon Valley, ven reflejadas sobre las mismas pantallas que nos saturan de “corazones” y “pulgares arriba” el inquietante vacío de una vida carente de negatividad y saturada de narcisismo. En este punto, sin embargo, el pensamiento de Han ante las condiciones del siglo XXI fija un punto de contacto esencial con las meditaciones de Martin Heidegger acerca del rol de la técnica, el lenguaje y el arte en el siglo XX. Especialista en la obra de este gran filósofo alemán, Han no oculta ni omite su herencia heideggeriana, sino que la refunda en un tono accesible a partir del enorme salto tecnológico contemporáneo.

Byung-Chul Han lector de Martin Heidegger, en consecuencia, propone un recorrido por el modo en que algunas ideas centrales de Han orbitan alrededor de la influencia directa del pensamiento de Heidegger. El objetivo es acercar a quienes tal vez no conocen ni dominan la obra de estos autores algunas nociones elementales de sus filosofías, para comprender en un lenguaje simple y didáctico de qué manera y en qué medida las reflexiones de uno y otro se complementan, enfrentan y sintetizan a través del tiempo en un contexto tan cotidiano como las pantallas en las cuales hoy experimentamos gran parte de nuestra vida.

Primera reunión. El lenguaje y el entendimiento entre pantallas. Ante la preeminencia indiscutida de un "capitalismo de plataformas" anclado en Silicon Valley, Byung-Chul Han desarrolla una serie de hipótesis sobre el desarraigo de lo humano ancladas en tres cuestiones: el empobrecimiento del lenguaje como vía para el pensamiento, el triunfo de la ciencia como única vara cuantitativa de nuestra existencia y la tecnificación absoluta de la vida. Sin embargo, estas hipótesis sólo pueden comprenderse en profundidad a partir de las meditaciones de Martin Heidegger sobre un lenguaje capaz de la "pregunta por el Ser", su lectura crítica de lo que llamamos "ciencia" y el papel moderno de "la esencia de la técnica". A partir de este juego de espejos, ¿no podríamos preguntarnos, también, si la aproximación de Han al budismo zen como contrafigura de la filosofía occidental no es una reversión de la crítica que Heidegger hace desde su pensamiento contra la totalidad de nuestra herencia "metafísica"?

Segunda reunión. Las vicisitudes filosóficas de una existencia inauténtica. Cooptada por la lógica paliativa de una época que rechaza la negatividad, de acuerdo a Byung-Chul Han la vida democrática occidental parece limitada al consenso único de la indignación. En consecuencia, nuestro rol como ciudadanos se reduce a un ciclo permanente de fenómenos colectivos de "indignación" que, a la vez que nos reduce a espectadores pasivos de nuestra propia realidad, resultan deliberadamente insuficientes para entender y resolver las causas de nuestros verdaderos malestares. Pero, ¿acaso lo que Han llama en el siglo XXI "indignación" no es la versión digitalizada de lo que a comienzos del siglo XX Martin Heidegger llamaba das Man, el "uno impersonal" que define para la gran masa de "entes" lo que se debe pensar, decir y hacer para que, al final, no se piense, diga o realice nada significativo y perdure como "nihilismo" el "olvido del Ser"?

Tercera reunión. Acerca de la obra de arte: pensar y poetizar. Según el análisis de Byung-Chul Han, en un tiempo acelerado hasta la pura instantaneidad y por lo tanto incapaz de trazar una historia y arraigar una experiencia, el arte se reduce, en el mejor de los casos, a entretenimiento pasatista diseñado por algoritmos, y en el peor (y más habitual), a insumos decorativos incapaces de suscitar el más mínimo estímulo estético, es decir, impotentes para señalarnos algo más allá de nuestra propia concepción instrumental del mundo y de nosotros mismos. Sin duda, esta mirada se nutre de lo que Martin Heidegger meditó en su tiempo alrededor de la obra de arte como una instancia de "apertura" que surge de lo "óntico" para llegar a lo "ontológico". Para esto, nociones heideggerianas como "Alétheia" y "téchne" iluminan el sentido de un pensamiento imprescindible para comprender la reivindicación de Han de un arte capaz de fundar un mundo.

Cuarta reunión. Los límites del discípulo y los límites del maestro. En El corazón de Heidegger, Byung-Chul Han desarrolla una lectura del pensamiento heideggeriano a través de la cual desea reconciliar a su maestro con una época que no solo parece indiferente a la reflexión filosófica, sino que le objeta a Martin Heidegger en particular ambiciones intelectuales desmedidas, dificultades de comprensión deliberadas y un inefable paso por el nazismo a partir del cual aún se pretende impugnar su rol fundamental en la filosofía del siglo XX. En este punto, el pensamiento de Han y las meditaciones de Heidegger trazan senderos donde los pasos del discípulo y del maestro se separan. ¿Es Byung-Chul Han el impensado traductor que la obra de Martin Heidegger necesitaba para que comprendiéramos su inusitada presencia entre nosotros? ¿Resta entre los intersticios de esta curiosa sociedad un espacio para ideas inéditas? Y en ese caso, ¿qué nos dicen estas preguntas sobre el modo en que pensamos la técnica y la cultura que nos rodea? El excepcional caso de Yuk Hui.

Nicolás Mavrakis (Buenos Aires, 1982) es escritor. Su libro más reciente es Byung-Chul Han y lo político (Prometeo, 2021).